viernes, abril 15, 2005

La Edad de las Palabras

En el último Congreso de Expolingua, el celebérrimo Arsuaga, el de Atapuerca, el Fernando Alonso de la Arquelogía patria, decía que el ser humano lleva medio millón de años de lenguaje, reduciendo un poco atrevidamente el hecho de que hace mas ó menos 500.000 años que fisiológicamente la laringe del homínido pudo articular sonidos complejos. Cosa bien distinta es adivinar cuándo efectivamente pudo desarrollar un sistema comunicativo básico, porque no hay manera de saber cuándo ese homínido fue capaz de crear símbolos, cosa previa según los estudiosos para poder hablar.

Asi que no fue para tanto el descubrimiento de Arsuaga; nada más lo maquilló un poco para poder llenar un auditorio, supongo. Que hace tantísimo tiempo un antepasado nuestro se levantase sobre sus extremidades traseras (en adelante, inferiores) y la laringe se le cayera unos centímetros, dista mucho de que el pobre empezase a declamar versos y prosas por las tierras burgalesas. Cabría preguntarse primeramente qué le hizo levantarse, y para qué lo necesitaba. Quizá el primer manos libres de la historia fue un madero, o una quijada de animal (¡qué manía con la quijada!, ¡cuánto daño le hizo Caín a la iconografía de la violencia!), para abrirle la cabeza a un semejante.

El lenguaje vino después. Con la concepción de símbolos según los antropólogos. No hay lenguaje sin capacidad simbólica, dicen. Y uno se pregunta dónde quedaron esos símbolos. En qué lugar del mar de modismos, de frase hechas, de expresiones prestadas. Qué labor creativa le queda al lenguaje fuera de la literatura. Y fuera de la mentira, que es la cara amarga y pobre de la literatura.

Una mentira repetida 1000 veces se convierte en verdad, decía ese amigo de los niños (en especial de los suyos) que era Goebbels. Y en eso hemos quedado. En mentiras y sus versiones. Desde lo “bien” que iba España antes, hasta lo “mejor” que va ahora. Desde que los “atentados islamistas son consecuencia del tremendo éxito de la Conferencia de Donantes” hasta que “la dignidad de un piso no se mide en metros cuadrados”. Y así podemos ilustrar cientos.

500.000 años hablando, dice Arsuaga. A lo mejor llevamos 500.000 años desperdiciando la oportunidad de quedarnos calladitos, que estábamos “más monos”.

2 comentarios:

Enrique dijo...

Decía March un reputado filósofo racionalista (y marxista) que el lenguaje se inició en el hombre como magia o poder. La capacidad que ciertos homínidos pudieron desarrollar para sustituir el lenguaje gestual o químico de nuestros antepasados primitivos, por uno articulado y simbólico, tuvo inmediatamente una utilidad funcional, controlar a sus semejante. Se puede decir, por ello mismo que el lenguaje es a la político lo que el café a la leche, una mezcla con la que amanecemos todas las mañanas. Parecería, con ello, que la mentira política es el desarrollo natural del uso global de la política hablada. Cientos de perlas matutinas iluminan nuestras primeras legañas mañaneras. Hoy la sgae, los papeles de Salamanca, mañana el PCTV (que me recuerda a un programa informático para ver la tele de pago por la ristra) aclaran nuestros desvelos de madrugada con la constacia de que hay tantas estupideces como estúpidos, y tanto gañán como lumbreras. La política es el camino de los listos, seres dotados de lenguaje pero no de razón, por eso la envuelven en la mentira para endulzar el amargo sabor de la funcionalidad con que practican el noble arte de al comunicación.

carnavides dijo...

Brillante, Kike!