jueves, marzo 17, 2005

Siguiente paso: Educación proactiva

Escuchaba el otro día, no sé si en la radio o en la televisión, que la educación no ha cambiado, en sus planteamientos básicos, en sus maneras, desde finales del siglo XIX.

Y, cuando menos, esto me dejó algo frío, una especie de desasosiego me invadió y resulta que empecé a entender muchas cosas.

Si, como parece, el mundo ha cambiado algo desde el siglo XIX hasta nuestros días, no se entiende muy bien que el paradigma educativo no lo haya hecho de la misma manera, cuando no anticipadamente como cabría esperar de un educación eficaz que nos preparase a todos para lo que se vislumbra en el futuro, y no sólo para lo que el presente ofrece. Resulta que es todo lo contrario. Nos da conocimientos de la manera en que se formaba hace más de cien años.

Dedicarnos a debatir, como hacen nuestros políticos, sobre la manera de dividir el "tiempo" de la educación (que si X cursos divididos en X años y a su vez en X asignaturas), será esfuerzo baldío desde el momento en que el mundo exige imperiosamente a los responsables educativos otra manera, otro modo de enseñar, de formar.

Cuando el acceso a la cultura, a los recursos histórico-culturales, era discreto, cabía comprender que una persona -el profesor- se dedicase a sintentizar esos conocimientos y los tratase de comunicar a su auditorio, a su aula, a su alumnado. Desde que el acceso a esos mismos recursos se ha democratizado -de alguna manera-, y prácticamente todo el mundo tiene a su disposición ingentes fondos culturales, bibliográficos o no, esto debería haber provocado hace años una revisión del paradigma educativo. Y no lo hizo.

En los días actuales, con la llegada de Internet, esto aún se concibe menos.

¿No deberíamos de formar a nuestros hijos, a las generaciones venideras, no tanto en lo que deben de saber, como en lo que deben de preguntar? Cuando toda la información está disponible simultáneamente, cuando todos los datos que podamos necesitar sobre cualquier tema están a tan sólo un par de clicks de ratón, personalmente me preocupa escoger muy bien lo que voy a buscar, lo que voy a preguntar. El resto está ahi, ya disponible. Tanto mejor formación obtendré y disfrutaré, cuanto mejores y más precisas sean mis preguntas. Por tanto, creo que la educación ya no es la manera de transmitir conocimiento, sino la manera de incentivar la búsqueda del mismo, teniendo los medios que tenemos para lograrlo.

En la medida en que logremos hacer que los que aprenden además comprendan, y se muevan por sus propios intereses, habremos conseguido dos grandes logros que la humanidad moderna necesita como aire fresco: uno es el de hacer de cada individuo un repositorio único de conocimiento, toda vez que habrá aprendido lo que sus capacidades y sus intereses, distintos de los de los demás, le hayan llevado a conocer. Y otro es acelerar, al tiempo que aligerar, el proceso cognitivo de los jóvenes, liberados de disciplinas que rara vez comprenden por el mero hecho de venir impuestas. Dejo aparte, por subjetivo, el placer que la adquisición de conocimientos de este modo procura. Se aprende más rápido (está demostrado), pero sin ninguna sensación de premura.

Dice un proverbio oriental:
Dime cómo se hace algo y lo olvidaré, enséñamelo y lo recordaré, pero déjame hacerlo a mí y lo comprenderé
.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo muy bien a qué viene todo esto que dices. Supongo que Enrique te puede comentar mejor que yo cómo está la educación en España. Digo mejor que yo porque el tiene experiencia con los de secundaria y a mí ya me llegan, supuestamente filtrados y con cierto interés.
Que el método falla, pues seguro que sí. Yo además diría que seguimos anclados en la época de Gutenberg: letra impresa como medio fundamental de acceso al conocimiento. Ya no es el sigo XIX, iríamos al XV. Pero si falla tanto el método habrá que buscar soluciones. Y ciertamente pocas soluciones se pueden buscar cuando en mi caso, hay un peligro patente de desaparición de las humanidades, cuando una sociedad hipertecnificada un título de humanidades vale para limpiarse el "rasca". Que no debería ser así, pues claro que no, que hay que cambiarlo, pues seguro que como el tipo de enseñanza.
Un amigo, profesor de instituto me comentó lo que le dijo literalmente un inspector de educación sobre el nivel de conocimientos que debían alcanzar los alumnos: "ante una vela encendida, nos interesa que el alumno sepa como apagarla, no se trata de explicarle cosas de la combustión, el oxígeno, etc. se trata de buscar la forma de hacer algo". y claro, así nos pinta.

carnavides dijo...

A lo que me refería es que el método es el de que un señor o señora (un vasco o una vasca) llegue a una clase llena de gente desmotivada, suelte el rollo y a casa...

A lo que me refería es que a esos seres llenos de posibilidades se les obliga a seguir unos programas con más de veinte años (algunos, muchos más) que no entienden por qué están así diseñados (porque es ininteligible).

Ejemplo: El Algebra se sigue estudiando porque sí. Si alguien lo va a necesitar, tengamos por seguro que en una educación libre terminara reclamándolo "de motu proprio", y entonces lo estudiará con sentido.

A lo que me refería es que en una educación cuyo mayor reto para el alumno es pasar los exámenes, las consecuencias necesarias son las de olvidar todo cuanto antes.

Si preguntamos ahora a cualquier estudiante si haría los exámenes del año pasado otra vez, seguro que la respuesta seria que no, o quizás otra pregunta. "¿Cuanto tiempo tengo para estudiarlos?!" Pero como?!!! ¿No se supone que han (hemos) pasado esos exámenes? Y por tanto, ¿no se supone que SABEN las materias de las que se examinaron?

Eso es lo que falla.

Cuando uno tiene la suerte de haber recibido otro tipo de formación (técnica y privada, por ejemplo), le llama a uno muchísimo la atención que el 80% del tiempo se le pasa uno "cacharreando", probando y fallando. Y de eso no se olvida uno prácticamente nunca, a poco que se practique ya productivamente. Esto es perfectaemnte extrapolable a cualquier otro ámbito formativo, "mutatis mutandis".

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo con el planteamiento del problema, que está desembocando además en determinados sectores, como en el que yo trabajo, en una divergencia entre lo que esperan las empresas y lo que se enseña en las universidades. En concreto, veo día tras día cómo se valora más un título certificado por determinados fabricantes (en mi caso de informática o telecomunicaciones) que una licenciatura en las mismas areas.
Cierto es que nuestro sector es un tanto especial por lo avanzado y cambiante.

Por otra parte, un cambio de modelo como el que tú planteas, genera un reto en el area de la motivación. El efecto "examen" con no ser una buena solución, genera una motivación. ¿Qué mecanismos se pueden articular para que niño o un adolescente, sea capaz de investigar en la red sobre las materias que por otra parte deberán ser sus competencias y habilidades, no sólo para ganarse la vida, sino para ser socialmente útil?. Llevado a un extremo, ¿Nos pondríamos en manos de cirujanos que han aprendido a operar por internet y a quien nadie ha "capacitado" para ejercer de tales? ¡Yo no!

carnavides dijo...

Que no sea el examen formal, tal y como lo concenmos en este momento, la motivación que haya que darles a los formandos, no me hace pensar que la gente desempeñe las funciones para las que vocacionalmente se hayan prepararado sin control alguno. En un caso extremo como el que planteas de los cirujanos, habrán de ser otros con más oficio y solvencia demostrada (profesionales en activo) quienes terminen confiando en el "aspirante" para que realice su labor. No es necesario "pasar" un examen en un aula y un papel. Tampoco es tan distinto el modelo actual que hace que los médicos tengan que "residir" en un hospital un período determinado de tiempo de la mano de un médico experto para poder acceder a sus designios profesionales (de hecho el MIR es lo único que me parece razonable, con sus carencias, del sistema educativo superior actual).
Otros ámbitos tratan de hacer cosas parecidas, con los lectorados, "paseíllos", etc. Y ESO es útil. ¿Por qué no se opta por ese modelo desde los primeros ciclos formativos de la persona? No es tan difícil de imaginar a los niños aprendiendo en casa, en Internet, en el campo... Con tan sólo, quizás, la presencia de un "tutor" que le ponga a su disposición los medios que necesite, el niño empezará a indagar por sí mismo y sobre todo a preguntar.

Terminaríamos de esa manera con el dichoso titulismo, en el que los licenciados (a todos nos ha pasado) nos creíamos saber algo por tener un papel enmarcado. Si siempre mantenemos alerta el interés inquisitorio de la persona y su espíritu crítico, será estudiante de por vida, que es lo deseable. En estos tiempos en los que nada permanece, ni siquiera los conocimientos, que se revisan día a día, nada más sano que mantener una duda razonable que nos haga aprender y a dudar de lo que aprendemos (parafraseando a Sánchez Albornoz,creo -a veces abuso de mi memoria-, que decía que a la vez que se enseña, hay que enseñar a dudar de lo que se enseña).

Y Bertrand Shaw decia, que cuando alguien no sabe hacer una cosa... la enseña. ;D