jueves, mayo 05, 2005

Abanibi obohebev (I)

Abanibi obohebev trata de ser una serie de posts -que se irán mezclando con aquellos otros de actualidad que me llamen la atención como hasta ahora- y cuyo leit motiv es el de poner bajo una lente esas verdades que siempre hemos considerado incuestionables. Como, por ejemplo, que abanibi obohebev quiere decir te quiero, amor en hebreo (que resulta que sí significa eso, pero ha sido bueno comprobarlo, ¡hombre, ya!).

Si hay una frase que se ha hecho tristemente famosa y que pretende vestir de falsa modestia la conversa de cada vez más gente, es la de "yo no soy quién para juzgar a nadie". La frasecita dichosa menudea en mentideros y parlamentos varios, decorando con su redondez rítmica y llenando el silencio por el mero gusto que el hablante tiene de escucharse a si mismo. Como suele ocurrir en los modismos que se inyectan en nuestro lenguaje desnudos de toda reflexión, este desafortunado giro no aguanta, el pobre, ni la mitad de un análisis. Lo que sucede es que, fuera de su semántica, se advierte una mano oscura, una intención mediática quizá, que pretende adaptar nuestro pensar a estereotipos encorsetados.

Tenía Schiller una máxima demoledora: "...la lengua culta que crea y piensa por ti". Hoy tal aseveración se nos presenta (al menos a algunos de nosotros) como terrible.

Estas perlas (de las que espero poder dar cuenta poco a poco y con paciencia) que caen en el lenguaje de los comunes, suelen venir ataviadas con ricas vestimentas que les hacen parecer nobles, cultas. Adviértase en la expresión que nos ocupa, yo no soy quién para juzgar a nadie, una construcción cuidada, con su relativo muy bien puesto, con una musicalidad muy agradable y que además parece referirse a una muy noble intención: no juzgar a nadie. ¿Eh? Un momento. ¿Eso es noble? Vamos un paso más allá: ¿por qué no juzgar a nadie? ¡Ah, sí!. Es el otro aserto de la frasecita: porque no soy nadie. ¡Claro!

Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. Resulta que no somos nadie para juzgar a nadie. No tenemos criterio. Las personas son incapaces de juzgar los actos de las demás personas, simplemente porque son también personas. Ridiculo, ¿no? O quizá no tanto. Porque seguro que la asunción de esa incapacidad, el que nos creamos, aunque sea inconscientemente, poco ciertos de realizar juicio alguno, debe de beneficiar a alguien. Supongo, o juzgo, que habrá de ser mucho más fácil gobernar o dirigir a una masa sin criterio, sin capacidad de juicio, que a un pueblo pleno de derechos, incluso del derecho a juzgar. Sí, sí, a juzgar, a confiar en su espíritu crítico. Y eso da miedo.

Asi que mejor instilamos estas ideas en la plebe y en su ya de por si denostado caletre, escudándonos en el gregarismo que hace de la masa algo de lo que desconfiar.

De aqui a pedir el "soma" de Huxley tampoco media tanto, ¿no?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

mira, esto es una mierda.
He escrito una parrafada larga y me pide el sign up y leches...
así que por error he cerrado y se ha perdido.

Bueno, que lo que decía es que no creo que el no juzgar signifique no tener criterio.

y ya.

que un día nos digas qué es eso de tener criterio.

y soy Emilú

Anónimo dijo...

Para muchas cosas, preferiría ser una borrega (que lo soy) y me vendría mejor.

Ya me gustaría a mí que me resetearan el cerebro y me quitaran tantos prejuicios y criterios...

soy la emi otra vez.

carnavides dijo...

"No juzgar" no significa "no tener criterio", pero declarar que "no soy nadie para juzgar", si lo revela, qué quieres que te diga...

Y criterio es, simple y llanamente, tener capacidades de juicio, poder opinar adecuadamente sobre algún asunto. Según la segunda acepción del DRAE "juicio o discernimiento"

Anónimo dijo...

Propongo al ilustre fundador, una meditación profunda sobre la siguiente frase hecha (o colocación):

"por un quítame allá esas pajas"

Saludos

Anónimo dijo...

Muy fino estas hilando con este tema; en serio, te veo muy sibilino. Yo al principio pensé que iba a encontrarme algo de las ketchup y el asedejé, que no sé que coño significa y resulta que me encuentro un lío deconstructivo sobre el significante y el significado. En lo del juicio, y el criterio gente mucho más capaz que yo (o sea, figúrate que pedazo de cráneos privilegiados [en sentido valleinclanesco])han estado meditando y reflexionando en torno a la cuestión. Me acuerdo ahora de Kant, del propio Schiller, etc. Hablaban sobre todo del juicio estético, pero en el fondo es lo mismo todo.
Bueno, que me voy por los cerros, el caso es que me recuerda tu post al cuadro ese famoso de René Magritte, Ceci n'est pas une pipe, en el que aparece una pipa, y la verdad es que tiene razón, es un título. Foucault tiene un relato homónimo en el que retoma el tema, pero no referido a las obras de arte, sino referido al signo lingüístico y su significado, a su carácter arbitrario, que en el fondo creo que es la cuestión.
Pero al grano, el hecho de decir, "yo juzgo" ¿me presupone la capacidad de juzgar? Llevando las cosas a los extremos, la facultad de hablar en muchas personas no presupone que sean seres racionales. Es lo mismo que algunos estudiantes que piensan que por ir más a clase van a ser más listos.
Siento haber esbozado brevemente los argumentos, pero prometo que con un poco más de tiempo seré capaz de expresar y desarrollar mejor mis ideas o la ausencia de ellas...

Enrique dijo...
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Enrique dijo...

Esto lo he oído yo hace poco, de un chigüito nuevo que ha jurado cargo hace poco, un tal Razinger. Y lo llamó, esto,...que no me acuerdo, ah, sí, si, espera...ya me acuerdo,...la dictadura del relativismo, oxímono pa' flipar, pero en la misma línea liberal-global-emancipadora-cristiano-independiente que tú (es broma).

Pero no sé de que nos extrañamos, si Zola naciera ahora titularía su alegato "Yo creo" en vez "Yo acuso". la comodidad acomodaticia de la generación sms, que según una noticia oficiosa hace perder neuronas, es la de no me posiciono, así no me equivoco. Y lo mismo me da, derecha que izquierda, el pelo rizado que el liso. Lo estético posee ahora más poder de convicción que un argumento razonado, lo revolucionario es pintarse el pelo y hacer agujeros en el sobaco.

El criterio exige formación, capacidad crítica que uno asume curiosamente cuando considera a los demás con la misma capacidad racional que se supone a sí mismo. Sólo entonces uno se presenta con el argumento concretado en la palabra que ya no es suya sino de todos, porque se ha madurado en el concepto o hecho no sólo como propio ya, también como producido por cualquiera que provisto de la misma capacidad hubiera obtenido parecida solución al dilema. A eso se referían tanto Kant al intentar definir el gusto como la reflexión sobre lo bello o Schelling al entender que el Ser de la palabra contiene como sus accidentes las distintas razones reflexivas de quien la usa, porque para pensar es necesario previamente ejercer la gramática del pensamiento, que es anterior a todos nosotros y hace posible que estas tengan significado. En la pura egología de la indeterminación no hay palabra porque tampoco hay ser de las cosas. El lenguaje es la casa del Ser como decía Heidegger (creo que se lee haidagaar) porque sólo allí nos preguntamos por el significado de la existencia, pero hay alguno que para no saberlo no pregunta. Vaya parrafada..., es vicio académico post informe Bolonia de una ciencia muerta, la ciencia del pensar esa en la que gente sin importancia como Aristóteles, Descartes, Kant, Nietzche, Popper... perdieron el tiempo. Seguro que estos tampoco llevaban una camiseta de Custo ni piercing.

Anónimo dijo...

VARIACION DEL PUNTO DE VISTA

"Yo no soy quien para juzgar a nadie", se repetía el verdugo mientras comprobaba la rosca del garrote. Quedaban pocas horas para el amanecer y tenía trabajo a la vista. Efectivamente, el juicio lo había emitido otro, que para eso había ganado una guerra. A él sólo le quedaba su trabajo que para eso le había sacado la Guardia Civil de las Cuevas del Drach. Y así nos pasamos unos cuantos años, sin juzgar a nadie, pero fusilándolos y sobre todo, sin juzgar a los que sin juicio, emitían juicios sin juicio.